En este Bicentenario
Nuestra lucha continúa con más fuerza.-
A 200 años del acontecimiento en que las colonias de América se desprendieron de la corona Española, pero dando paso al mismo tiempo para que oligarcas, mercaderes y terratenientes administraran a su antojo esta nueva tierra, no es casual que hoy un grupo de 33 mineros que habitualmente trabajan al filo de la muerte, se encuentren atrapados bajo tierra por incumplimiento de las normas de seguridad que la mayoría de las empresas y Sociedades Anónimas no cumplen. Al igual que estos mineros, la mayoría de los trabajadores seguimos atrapados bajo una montaña de normas y leyes que nos condenan a una incesante explotación, en un túnel sin salida.
No es casual que 34 hermanos mapuches lleven más de dos meses apostando su vida a la muerte por recuperar sus tierras que la burguesía y el Estado chileno les ha arrebatado injustamente. No es casual la abulia y la inmovilidad de millones de trabajadores frente a estos y otros hechos. Tampoco es casual que millones de compatriotas vivan sumidos en las abyectas condiciones de pobreza que les ha impuesto la exclusión con los excedentes del chorreo.
La tres Constituciones Políticas que han regido los destinos de nuestro país (1833, 1925 y 1980) han sido diseñadas con el propósito de sobre-satisfacer económica, política y socialmente a un pequeño grupo de la población chilena, marginando de toda opinión y decisión a la gran mayoría del país, los trabajadores.
Estos 200 años de vida “independiente”, han sido para la mayoría de los trabajadores y los pueblos de Chile, los primeros 200 años de sobrevida dependiente, condicionados en el diario vivir a las decisiones que los dueños de los medios de producción y servicios han ido tomando bajo la lógica de la acumulación privada de la producción social, el capitalismo.
En algún momento de nuestra historia nacional y latinoamericana, se produjo una distorsión en todo orden de cosas respecto de aquel proyecto independiente, autónomo y libertario que los próceres como Bolívar, San Martín y O’Higgins, entre otros, ofrecieron con dignidad al pueblo latinoamericano. Aquel proceso de emancipación quedó trunco en el mismo momento en que las nacientes burguesías nacionales se ponían a la cabeza de los nuevos Estados. En consecuencia, nuestras independencias sólo permitieron en su esencia un cambio de un orden político feudal a un orden político republicano. A contar de ese momento fuimos independientes de España, pero dependientes en lo inmediato de mercaderes y capitalistas.
Después de los primeros cien años de declarada nuestra “independencia”, empiezan a irrumpir recién los primeros gritos de dignidad y justicia de trabajadores y pobres del campo y la ciudad; los que exigiendo democracia económica, política y social para todos, veían que el “Estado” lo habían concebido como mero instrumento al servicio de la oligarquía terrateniente.
La respuesta de los gobiernos para aquellos obreros, pobladores y estudiantes que lograban las primeras formas de organización popular, fue la represión, pero al mismo tiempo el Estado se permitió reformular sus constituciones políticas como medida preventiva que diera cuenta de la dinámica de la economía mundial, asegurando en el plano nacional la política del chorreo pero con la finalidad que el control de la economía siguiera en manos de un par de familias.
La acumulación de explotación a mediados del siglo XX dio origen a lo más avanzado en organización y vanguardia que los trabajadores y los pueblos de Chile hayamos alcanzado al interior de la lucha de clases. Aquel escenario político y social fue desmembrado abruptamente por decisión de la clase dominante imponiéndonos a contar del año 1980 una nueva Constitución que daba cuenta de lo desfavorable y adversa que nos era la correlación de fuerzas a partir de ese momento y lo paupérrimo de las condiciones de vida para los trabajadores.
Hoy, todas nuestras luchas deben contener en su esencia propuestas de carácter estructural orientadas a construir una nueva Constitución profundamente democrática, discutida y decidida por todas las personas Chilenas, puesto que la actual carta fundamental no permite desde su génesis la plena satisfacción de todas las necesidades más elementales declaradas por la ONU como derechos humanos de primera, segunda y tercera generación.
En este Bicentenario, desde la mirada del pueblo trabajador, manifestamos lo urgente que resulta reconocer el actual estado de cosas, y con ello reconocernos a nosotros mismos para reconstruir nuestra identidad, y con ello tener la certeza cuál es el rol conciente de los trabajadores en la sociedad y en el curso de la historia.
Podremos celebrar, cabrá conmemorar la tenacidad, la persistencia, la testarudez y lucha a toda prueba de los que se han animado, no a una lucha sin destino, sino al asalto al cielo.
¡Seguiremos avanzando,
Pues aún tenemos mucho por hacer, por crear,
Por construir!
Federación Metropolitana de Trabajadores Municipales.-
FEMEFUM.-
En el año del Bicentenario.-